"El sector representa el 20% del PBI del sector agropecuario nacional, el 20% de tierras productivas y el 27% del valor de la producción. Comprende 30,9 millones de hectáreas totales y el 65% del total de productores", describe Favio Pirone.
Por Favio Pirone (Asociación del Personal para el Cambio Rural)
Este año que concluye, ha sido, declarado por la Naciones Unidad, el Año Internacional de la Agricultura Familiar -AIAF- en consecuencia, también la Agricultura Familiar -AF- debe hacer su balance, en el marco de un país donde la matriz productiva esta intrínsecamente ligada al sector agrario y el aporte que hace el sector de la AF a la economía nacional es considerable. Algunas cifras que lo grafican, la Agricultura Familiar representa el 20 por ciento del PBI del sector agropecuario nacional, el 20 por ciento de tierras productivas y el 27 por ciento del valor de la producción. Comprende 30,9 millones de hectáreas totales y el 65 por ciento del total de productores. La actividad constituye el 53 por ciento del empleo rural.
El AIAF 2014, pasará a la historia como uno de los años internacionales oficialmente declarados por la ONU que ha suscitado la más amplia y diversa participación social, y que ha alcanzado el mayor número de avances concretos favorables a la Agricultura Familiar. En nuestro país ha contribuido a visibilizar al otro campo, ha puesto en evidencia la dualidad del sector agrario nacional. Una Agricultura eficiente comercialmente que aporta divisas a nuestro país y una agricultura de base familiar que busca su destino en la provisión de alimentos sanos y saludables para nuestra población. Ha conseguido demostrar, frente a la ofensiva de las multinacionales y de la agricultura industrial, que la Agricultura Familiar no pertenece al pasado sino que es el modelo sostenible por excelencia para Alimentar al Mundo y Cuidar el Planeta.
En el mismo sentido la Argentina, a través de su ministerio de Agricultura ha sabido interpretar las demandas de las organizaciones representativas del sector de la AF y ha creado auténticas plataformas de diálogo y negociación sobre políticas públicas nacionales. De hecho a través de estos escenarios de participación política es que se planteo la necesidad de promover una ley de Agricultura Familiar. La misma declara de interés público a la agricultura familiar "por su contribución a la seguridad y la soberanía alimentaria del pueblo", al tiempo que se propone corregir disparidades en el desarrollo regional mediante la reconversión económica y productiva.
Una Ley histórica que ampliará derechos en el interior profundo de nuestro país. Con esta herramienta, desandamos décadas de invisibilidad de un sector estratégico, que se potenciará con apoyo firme del Estado nacional y podrá hacer un importante aporte al abastecimiento de alimentos sanos a la mesa de los argentinos. La norma permitirá avanzar en la consolidación de un modelo agrario más nacional, popular e inclusivo, sustentable en términos económicos, pero al mismo tiempo en términos sociales y ambientales.
Ahora bien, para que esta ley no quede en letra muerta, se necesitan, al menos, dos elementos: 1- voluntad política del Gobierno argentino, descontada este año próximo, y 2- unidad de las organizaciones de la sociedad civil interesada en el sector de la AF para sostenerla en el tiempo. En este segundo punto me quiero detener y hacer un llamamiento impostergable. El sector de la AF necesita un Unidos y Organizados del ámbito rural. Organizaciones agrarias, de desarrollo rural, de consumidores, ONG, centros de investigación, gobiernos y organismos internacionales. Entre todos se necesita avanzar en el reconocimiento del rol que desempeñan los agricultores y las agricultoras familiares en la alimentación sostenible de la humanidad. Es fundamental también, que las organizaciones se organicen de forma más eficaz para sostener y profundizar las políticas que los atiende, las fuerzas políticas deben también contribuir a esa unidad del campo popular. Es considerable el rol que juega el Frente Agrario Evita en la construcción de esa unidad. Es saludable la noticia de la aparición del Frente Rural de La Cámpora, mucho tendrá para aportar.
En los pendientes de este gran año, nos queda complementar aún más la mirada de los técnicos con la de los decisores de política pública. Pero fundamentalmente, la gran deuda es la de las organizaciones incorporando en el desarrollo rural a los trabajadores asalariados de nuestro campo, esos peones rurales que son muchas veces agricultores familiares y viceversa. Para eso hemos reformulado el estatuto del peón rural apenas asumido nuestra presidenta su segundo mandato. También las instancias institucionales como el RENATEA y la Secretaria de Agricultura Familiar deben encarar juntos este desafío.
La Agricultura Familiar ha llegado para quedarse en el corazón productivo de nuestro interior profundo. Este año, se ha instalado la idea de instaurar el derecho de los pueblos a producir una parte substancial de sus alimentos, como la verdadera manera de combatir el Hambre y la Malnutrición, y como condición indispensable para posibilitar el desarrollo de los pueblos marginados, hoy en el reparto de la riqueza nacional.
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